IGLESIA

IGLESIA
El templo parroquial

jueves, 2 de noviembre de 2017

TUNEL EN LA VIA


NO SE QUE HA PASADO PERO TRATO DE PUBLICAR ARTÍCULOS RELACIONADOS CON MIS VIVENCIAS INFANTILES Y LAS LETRAS NO SALEN.

POR LO MENOS ESO PASÓ CON MI ARTÍCULO DEL CIRCO. ESTE ES UN ENSAYO A VER SI APARECE EL TEXTO ESCRITO.

 SI APARECEN LAS LETRAS DEBO REVISAR DE NUEVO QUE PASA.

LES AGRADEZCO A MIS PAISANOS QUE ESTÁN LEYENDO MIS HISTORIAS.

EDGAR TARAZONA ANGEL

miércoles, 1 de noviembre de 2017

UN CIRCO EN CHIPAQUE


Cada año en las mismas fechas se aparecía en Chipaque un circo pequeño, patrocinado por Bavaria, que se instalaba por lo general en lo que era el campo de deportes. En especial para los niños era lo máximo porque las distracciones infantiles en esos años para los niños casi que no existían y nosotros, a punta de imaginación, nos distraíamos.

Al comprar la boleta a las personas mayores les daban una cerveza Costeñita y a los niños una Pony Malta. Por eso a dicho circo algunos le decían circo Costeñita, o circo Bavaria o Pony Malta; lo cierto es que nos divertíamos con los dos payasos de siempre que contaban los mismos chistes, los malabares de un acróbata que se cambiaba rápido y se convertía en trapecista. Uno de los payasos también era el mago y el otro el traga fuego.

Para los mayores el mayor atractivo del circo era una muchacha en traje de baño con lentejuelas que hacía acrobacias en el piso y luego en el trapecio y ahora como adulto saco la conclusión de que no era la habilidad de la mujer la que arrancaba los aplausos de los señores sino que en Chipaque nunca se veían señoras en traje de baño mostrando piernas y la chica, además de joven era bastante atractiva y coqueta y sus sonrisas al público muchos señores las tomaban como si fueran para cada uno de ellos.

Para resumir les cuento que como el pueblo era tan pequeño, el espectáculo no justificaba permanecer mas de diez o doce días porque nadie entraba más de tres veces a ver lo mismo. Salvo unos pocos señores atraídos por las miradas de la contorsionista y sus piernas al aire. Los niños quedábamos motivados para montar nuestro propio circo y esto ocasionó más de un problema, sobre todo por las maromas en el trapecio que produjeron más de un porrazo, lastimaduras, tronchaduras, lágrimas y sangre. Por mi parte conservo una cicatriz en la cabeza porque calculamos mal el bamboleo del trapecio y purrundún contra una pared. Algunas niñas también participaron de este circo infantil y, por supuesto, recibieron golpes y sufrieron lastimaduras practicando acrobacias. A medida que aumentaron los lesionados los padres se pusieron en guardia y nos curaron definitivamente la fiebre de artistas de circo a punta de correazos.

martes, 31 de octubre de 2017

EL CIRCO EN CHIPAQUE


EL CIRCO EN MI PUEBLO

Cada año en las mismas fechas se aparecía en Chipaque un circo pequeño, patrocinado por Bavaria, que se instalaba por lo general en lo que era el campo de deportes. En especial para los niños era lo máximo porque las distracciones infantiles en esos años para los niños casi que no existían y nosotros, a punta de imaginación, nos distraíamos.
Al comprar la boleta a las personas mayores les daban una cerveza Costeñita y a los niños una Pony Malta. Por eso a dicho circo algunos le decían circo Costeñita, o circo Bavaria o Pony Malta; lo cierto es que nos divertíamos con los dos payasos de siempre que contaban los mismos chistes, los malabares de un acróbata que se cambiaba rápido y se convertía en trapecista. Uno de los payasos también era el mago y el otro el traga fuego.
Para los mayores el mayor atractivo del circo era una muchacha en traje de baño con lentejuelas que hacía acrobacias en el piso y luego en el trapecio y ahora como adulto saco la conclusión de que no era la habilidad de la mujer la que arrancaba los aplausos de los señores sino que en Chipaque nunca se veían señoras en traje de baño mostrando piernas y la chica, además de joven era bastante atractiva y coqueta y sus sonrisas al público muchos señores las tomaban como si fueran para cada uno de ellos.
Para resumir les cuento que como el pueblo era tan pequeño, el espectáculo no justificaba permanecer mas de diez o doce días porque nadie entraba más de tres veces a ver lo mismo. Salvo unos pocos señores atraídos por las miradas de la contorsionista y sus piernas al aire. Los niños quedábamos motivados para montar nuestro propio circo y esto ocasionó más de un problema, sobre todo por las maromas en el trapecio que produjeron más de un porrazo, lastimaduras, tronchaduras, lágrimas y sangre. Por mi parte conservo una cicatriz en la cabeza porque calculamos mal el bamboleo del trapecio y purrundún contra una pared. Algunas niñas también participaron de este circo infantil y, por supuesto, recibieron golpes y sufrieron lastimaduras practicando acrobacias. A medida que aumentaron los lesionados los padres se pusieron en guardia y nos curaron definitivamente la fiebre de artistas de circo a punta de correazos.

Edgar Tarazona Angel 

martes, 17 de octubre de 2017

LAS FERIAS Y FIESTAS DE ANTES (1a Parte)



LAS FERIAS Y FIESTAS

Las ferias y fiestas Primera parte

Para muchos en el pueblo, en especial para los señores y los comerciantes, estos días se convertían en uno de los ejes primordiales de su existencia. La celebración de estas festividades se realizaba (creo que todavía se realizan en las mismas fechas) en la última semana de octubre, mejor dicho, las hacían coincidir con el último sábado y domingo, pero empezaban desde la noche del miércoles y se inauguraban en la madrugada del jueves con el estruendo de voladores y la música de una banda musical contratada para la ocasión, siempre eran bandas de otros pueblos y la Junta de Ferias trataba de contratar para la ocasión la de más renombre por esas fechas. Recuerdo la banda de Vianí, la de Villeta, algunas del Tolima y de otras regiones apartadas, hasta de la Costa Atlántica llegaron. Dichas bandas eran un conjunto de instrumentos ruidosos y desafinados que recorrían las calles en medio de los gritos de los borrachines, el tronar de los voladores, vivas a las ferias y fiestas de Chipaque y las risas de los madrugadores. El bobo del pueblo encabezaba la procesión (o alguno de estos pobres seres que en épocas pasadas eran parte del folclor de los pueblos) y por todas partes “El Tayón” con su dulzaina tratando de llevar el mismo ritmo de los músicos.
En esta madrugada los señores importantes cabalgaban en su mejor caballo, rodeados de los peones de sus fincas, por esos años las damas eran de la casa y ninguna participaba de estas cabalgatas; si alguna era aficionada a echarse sus traguitos lo hacía en la soledad de su casa o donde alguna amiga. A las cuatro de la madrugada el retumbar de cascos y el estallido de la pólvora marcaba el comienzo de los cuatro o cinco días de jolgorio. Pero en ese amanecer el trago recalentaba los cuerpos ateridos por el frío y algunos caballeros disparaban sus armas al aire para mostrar su felicidad. El desfile recorría todas las calles (no muchas) para que no quedara un solo habitante en el país de los sueños y luego, en la plaza central, se realizaba un acto con discursos del señor alcalde y el presidente de la Junta de ferias para declarar legalmente abiertas las celebraciones.
La plaza central era el escenario mayor de estas fiestas, allí se construía un cerco de madera alrededor de todo el marco de dicha plaza con postes separados unos tres metros uno de otro, con varas horizontales escalonadas donde se instalaban los espectadores (años más tarde se armaba una plaza con mayores comodidades en el antiguo Potrero de Bavaria) y corrían el riesgo de que las amarras se rompieran y la vara cayera sobre la humanidad de quienes estaban asomando su cabeza, cosa que ocurría con frecuencia. En la parte de arriba de la plaza se construía una plataforma que servía de palco de honor para las autoridades municipales, familias importantes (me reservo los nombres), las candidatas al reinado y la banda de música. Algunos niños no podíamos explicarnos el por qué  los muchachos de cierta edad, mayores de nosotros, se ubicaban debajo del palco, donde poco o nada se veía de la corrida y los payasos; cuando crecí supe el secreto, el espectáculo estaba sobre la plataforma; las damas en falda se levantaban cuando las emociones lo ameritaban y los bandidos de abajo se deleitaban mirándoles las piernas y los calzones por las rendijas del entablado.
Una de las características de este festival pagano era que se realizaba al frente de la iglesia y el cura de turno (Aquilino Peña o Isaac Montaño) montaba en ira santa pero no podía hacer nada, se dio el caso de que los animales sin dueño penetraban en el templo a la hora de la misa y los feligreses desatendían el rito para espantarlas y se formaba un tropel de todos los infiernos. Desde mi puesto de acólito en el altar me tapaba la boca para que no se notara que estaba toteado de la risa. El curita mandaba cerrar las puertas pero ya los fieles se habían desentendido de la ceremonia y comentaban entre risas disimuladas el suceso. El asunto se complicaba cuando alguna vaca se cagaba y ahí sí que el padre tronaba maldiciones contra los ganaderos de otros pueblos. Yo pensaba y me preguntaba ¿Es que las vacas de Chipaque no cagan ni mean?, claro que esos pensamientos paganos me los guardaba para no soportar una bofetada del cura Peña.
En mis recuerdos infantiles quedó impregnado el olor de estas  fiestas; una mezcla extraña que me atraía y repelía al tiempo, las señoras de la sociedad olían bien, salían perfumadas y vestidas con elegancia; sus maridos usaban una loción que no se aplicaban el resto del año, la iglesia olía todo el tiempo a incienso que el sacerdote mandaba quemar para contrarrestar los olores de la plaza y en las casa se quemaban yerbas con el mismo motivo, los niños salíamos bañaditos y bien vestidos a dar una vuelta y, algunas veces a una de las casas del marco de la plaza para observar las corridas (La de Rosario Angel, Las Baquero, la torre de la iglesia, una casa vieja que luego se demolió y dio paso a lo que ahora se denomina Palacio Municipal y hasta las ventanas de la casa cural servían de palco. Los otros olores no eran agradables, todas las calles hedían a mierda de animal y de cristiano, a orines de los mismos y el olor más repugnante que recuerdo: el de los vómitos de los borrachos.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

RECUERDOS DE UNA PRESENTACIÓN TEATRAL

APROVECHO ALGUNAS FOTOS QUE ME HIZO LLEGAR DEISY VILLALOBOS PARA

MOSTRARLE A LOS PAISANOS UNA SESIÓN DE TEATRO EN EL COLEGIO DE LA PRESENTACIÓN.

USTEDES MIRARAN CON DETENIMIENTO LAS FOTOGRAFÍAS PARA IDENTIFICAR A LOS ACTORES








martes, 26 de septiembre de 2017

CHIPAQUE RECORDADO POR DOS VENERABLES ANCIANOS



CHIPAQUE RECORDADO POR DOS VENERABLES ANCIANOS

COLABORACIÓN DE YOVANY ANDRES ROMERO B

Ocho años después y agradeciendo el espacio que me brindó el maestro Edgar Tarazona en su blog, vuelvo a compartirles dos vidas que trascurrieron en poco más de 80 años y que sus protagonistas me la narraron en solo 20 minutos, pero que valen la pena ser conocidas
Chipaque vivido y contado por dos jovencitos del siglo 20

El reloj marcaba casi la una de la tarde, pasaban lentas las horas del último día del año 2009. Con un sol de esos que estamos acostumbrados a disfrutar en la temporada decembrina de mi pueblo, quise darme un “rolis” por el parque Justo Pastor Ángel con la idea de encontrarme con algún amigo.
El mejor sitio para resguardarme del sol lo tenían ocupado dos de las personas más antiguas del municipio en aquel entonces y eso me llamó poderosamente la atención. Pensé de inmediato en entablar una conversación con ellos. Los interrumpí y pedí que si podía compartir la silla. De inmediato un acto de caballerosidad me indicaba su aprobación. Entonces vino un apretón de manos con estos dos personajes y sus saludos me hicieron entender que estrechaba mi puño con personas que se dedicaron a trabajar gran parte de su vida y así me lo confirmaban las texturas de sus pieles duras, arrugadas, con poco de motricidad fina, pero eso si, muy firmes. Aquel día, entre ellos y yo sumábamos 222 años de existencia.
Era común verlos sentados, de pierna cruzada a cualquier hora del día. Eran don Alfredo Guavita, de 97 años y Pachito Baquero con sus 89 abriles, quienes compartían juntos las hojas de un periódico de la fecha.

Rompí el hielo diciendo: ¿que hacen este par de jovencitos a esta hora por la calle?
- ¡¡Jajajajaja!! no señor, de jóvenes ya no tenemos nada. Por el contrario, somos tan viejos que deberíamos estar en la casa recostados – dijo uno.
Y el otro refutó jocosamente:
- Viejo usted, mientras yo tenga alientos de salir a la calle aquí me verán.
Decidí entonces, tomar el pulso sobre las fiestas decembrinas y agregué:
- ¿Acaso no piensan celebrar el año nuevo con sus familias?
- Claro, pero eso es más tarde, ahorita solo hacemos estorbo en la casa – dijo Pachito.
Esta escena en mi vida era irrepetible y me llamó la atención, tanto así que no pude perder la oportunidad de iniciar de inmediato una amena conversación con este par de jovencitos del siglo pasado. Así que interrogué hasta conocer historias, anécdotas o algún elemento que me permitiera descubrir lo que muchos no conocemos de ese Chipaque antiguo. Y ellos muy obedientes aceptaron platicar y me permitieron grabar algunos vagos recuerdos que en sus memorias aún resuenan.
Entonces retomé
- ¿Bueno, y don Alfredo cuantos años es que tiene?
Pasaron 3 ó 4 segundos y contestó:
- 97 años, yo soy nacido por allá en 1912.
- ¿Recuerda su fecha de nacimiento?
- En junio de 1912, pero el día eso si no me acuerdo.
- Sus orígenes don Alfredo, ¿quiénes fueron sus padres?
- Yo soy hijo de Nicolás Guavita y Rita Moreno, fui criado en Chipaque, viví en el campo la mayor parte de la vida, desde cuando era chino estuve en la vereda Cerezos en tierras de mi difunto padre. Ya viejo, como cerca de los 40 o cuarenta y pico de años me vine vivir a la Hacienda La María, allí saliendo del pueblo hacia Siecha, por que allá en cerezos las escuelas quedaban muy retiradas y se bregaba para la educación de los muchachos,
- ¿Cuántos hijos?
- Soy padre de nueve hijos.
- ¿Ha cambiado la manera de educar y formar a los hijos?
- En los años atrás era muy fácil criar a los hijos, había muy poca gente en el pueblo, solo había que darles el vestido, alimento y algo de estudio, había muy buena comida. Hoy en día es muy dura la situación por que la plata no alcanza.
- ¿Cómo fue esa época para ejercer el rol de papá?
- Toda mi vida me dediqué al negocio de la agricultura, yo sembraba papa, trigo, maíz, criaba el ganado; cuando tuve oportunidad les compre unos potreritos a los hijos de don Proceso Hernández a millón y medio les compre a cada uno y ya tenia como 30 o 40 novillos, en ese tiempo las fincas eran baratas y ya hoy en día las manejan los hijos. Se les enseño a trabajar y ellos siguieron con las tierras.
- ¿Qué extraña de su época dorada?
- Que se acabaron las fincas grandes, hoy en día ya no las hay, por ejemplo la que había por allá en los Cerezos que era de una familia de apellido Sabogal. El pueblo ya no tiene grandes propiedades, eso lo dejaron acabar.
- ¿Y qué hacer para regresar la actividad en el campo?
- Hoy en día el pueblo necesita muchas cosas, entre ellas la agricultura, la gente ya no siembra papá, maíz, habas, trigo, todo eso se acabó, no hay trabajos en los campos, los insumos son muy caros, todo se acabó.
- ¿Qué cambios nota ahora en la forma de vivir de los chipaquences?
- Pues ha cambiado mucho, ya no se sale a tomar cerveza, antes a cualquiera hora del día desfilaban los borrachos por las calles y en esa apoca se molestaba mucho con la cosa de la política. Era delicado con la cosa de los conservadores y los liberales.
- ¿Cuál tradición política había en Chipaque?
- Pues el partido conservador era muy antiguo en Chipaque. La gente se la pasaba vociferando borracha “Que viva el partido conservador y abajo los cachiporros”, se gritaban en las calles a cualquier hora del día.
- ¿Recuerda algo en particular de aquella época?
- Muchas cosas. Un día domingo me encontraba con un muchacho que se llamaba Manuel, y de por allí (señalando hacia la esquina de don Carlos González) salió un poco de gente y gritaban: ¡que viva el partido conservador! y le dije a Manuel: Vámonos, la gente esta molestando mucho y es mejor irnos. Y Manuel no hizo caso, yo si mejor me fui y me metí en la chichería, me senté, me tomé un basado de chicha y al rato llegaron con el cuento que habían matado a Manuel, el marido de la señora Eva. Pero gracias a Dios, hoy ya no existen los colores de la política y se puede estar uno tranquilo por la
calle. Hoy en día la gente cambió mucho frente a eso, ahora es la guerrilla la que no deja vivir en paz.
- ¿Cuál es su punto de vista frente a ese fenómeno social-político?
- El caso de la guerrilla, lo bueno es que en Chipaque ya no nos tenemos que preocupar por eso, ya están en otros lugares, incluso en algunas partes del llano donde hasta hace unos años era terrible vivir en el campo, tener su finquita. Yo espero que poco a poco pase esa maldad.
Denos el secreto para vivir tanto tiempo don Alfredo:
- Pues vivir tranquilo, estar con Dios. Poca gente queda de aquella época, ya no hay gente que dure los 90, muy pocos, la gente se muere muy rápido. De los pocos mayores que yo me acurdo son Aniceto Huérfano, Guillermo Carrillo, Arturo Torres
- ¿Qué espera para el 2010?
- Espero que mi Dios Santísimo me perdoné y me recoja, uno se cansa de vivir, a la edad que uno tiene ya es un poquito cansón.
- Y don Pachito Baquero, ¿cómo fue su vida?
- Yo soy modelo 1920
- ¿Dónde nació?
- En la Vereda Caldera, mi mamacita se llamaba Francisca Baquero.
- ¿Cuántos hijos?
- Padre de once hijos,
- ¿Cuántos nietos tiene?
- Yo ya no se cuantos muchachos son.
- ¿Cómo transcurrió su vida en Chipaque?
- Yo a la edad de los 16 años decidí irme con la cosa de los carros, como ayudante de un señor llamado Chucho Torres, hermano de Tarsicio Torres. Ahí me mantuve, trabajé juicioso y con el tiempo ahorré para comprarme mi propio carrito. Me dediqué toda la vida a los carros.
- ¿Hay recuerdos de aquella época?
- Pero no son muy buenos. Mire yo sufrí muchos atracos, el caso de los carros gemelos, los mismos de la empresa le copiaban a uno los datos del carro y se iban y cargaban la carga por uno y una ves resulté involucrado en un atraco en el que nunca participé y sucedió que un día me paró la policía en Cali y un policía me dijo su carro queda detenido.
- ¿Qué hay en su memoria del Chipaque de ayer?
- Hoy en día el pueblo esta muy grande, ha crecido mucho. Del Chipaque de la época de los años 40 recuerdo el mercadito que se ubicaba aquí en la plaza, donde el piso era en tierra y aquí se reunían los campesinos con su mercado, se dedicaban a la venta de animales, pero eso también lo dejaron acabar.
- ¡Aún hay gente auténticamente chipaquense?
- Claro, recuerdo a la esposa del difunto Israel Rey, doña María luisa Moreno de Rey. Los ricos del pueblo que eran el difunto Lucio Pardo rey, habían otros que eran los dueños de la Hacienda la María, antes de ser de don Alfredo; mas para abajo había otra hacienda La Marsella de ahí de tres esquinas para abajo, ellos tenían mucho plata. Gonzalo Rico, el padre de Fernando Rico y Augusto Rico; Don Abraham Baquero, el
vivía con el difunto y padrino mío el señor Teodomiro Baquero quien me crio a mi, hermano también de Dolores, Moisés y Braulio Baquero.
- ¿Cómo le tocó en época de la politiquería?
- Uy eso era terrible, a Dios gracias nunca me vi en lío político. Lo que si recuerdo es que por la misma época el mismo clero si intervenía en política, teníamos un curita bravo para eso y era el padre Carvajal, eso se paraba en el pulpito a echar política y eso prendía la hoguera en el pueblo.
- ¿Ya cambiaron esas épocas?
- Hoy en día se vive con más paz y tranquilidad. Sin embargo en Colombia se están cometiendo muchos delitos que no corresponden, no es posible, no es justo lo que pasa en los campos.
- ¿Algo insólito de aquella época?
- Yo ya no recuerdo mucho, la memoria mía me falla. Tan solo recuerdo el día que ocurrió lo de la guerrilla en Chipaque. Ese día estábamos con mi compadre Fernando Rico en la tienda que era de don Carlos Garzón, cuando escuchamos el tiroteo y mi compadre se asomó y dijo: ¡Uy juemadre se metió la guerrilla! Nos tocó meternos debajo del mostrador y otros escondidos en el orinal de la tienda y nos tocó estarnos ahí encerrados mientras pasó todo, recuerdo que se llevaron un carro.
- ¿Vamos a conseguir la paz en Colombia?
- Si Dios quiere y la virgen si, porque con este presidente Uribe es mucho lo que les ha dado. Yo lo único que le pido a Diosito lindo es que acabe con esa gente tan corrompida que acaba con todo.
- ¿El secreto de vivir tanto?
- Ser juicioso con Dios y orar mucho, yo tengo una Biblia y leo unas cinco paginas diarias y en las cuales en ella dice: “El que reza mucho y va la templo durará muchos años”. El secreto es Dios y la fe.
- ¿Y un consejo a los jóvenes?
- Mi consejo a las nuevas generaciones es vivir con amor a Dios y seguirlo y ser juicioso y que se enseñen a trabajar por que la situación se pone cada vez mas grave.
- ¿Qué le recomienda a quien visite a Chipaque?
- ¡Pues lo más sabroso! Un buen almuerzo con el frijol y la arveja de Chipaque y una buena mazamorra con menudo.
Después de esta buena tertulia, no tuve más que volver a empuñar las manos con este par de respetables señorones. Don Alfredo resultó ser un buen finquero de tracamandaca y amante de las tradiciones campesinas y don Pachito un ferviente discípulo de la fe cristiana; que en resumen son tres razones muy contundentes y exclusivas de un oriundo de Chipaque.

YOVANI ANDRÉS ROMERO.
Periodista chipaquense


lunes, 25 de septiembre de 2017

CHIPAQUE Y SUS DELICIAS ALIMENTICIAS




Escrito por Edgar Tarazona Angel
Tengo muchos recuerdos de mi infancia, ya muy lejana, en Chipaque y uno de los más agradables es el de algunos bocados o comidas que se preparaban en esos tiempos y, como ahora no he vuelto, no sé si aun se encuentran todos estos exquisitos manjares. Hago un recuento de los sitios y las personas, con la salvedad de que se me quedarán por fuera de este artículo. Quiero advertir que estos recuerdos abarcan un tiempo comprendido entre 1948 y 1960. Por lógica todo ha cambiado en los siguientes cincuenta años.

Quiero empezar con el amasijo de mi tía Emilia Angel de Fonseca; allí se amasaba el mejor pan de la región, y de Bogotá bajaba gente a comprar los bizcochuelos, las galletas, el pan resobado, las galletas y el jamón de cerdo, entre otras delicias. No puedo decir con exactitud la dirección de la casa pero sí que quedaba a media cuadra del parque central, donde mi tía Rosario Angel tenía una tienda donde expendía los productos del amasijo. Y sigo llamándolo así porque nunca se le dijo panadería. Creo que el sabor especial de los artículos que allí se cocinaban se debía a que se cocían en un horno de carbón de leña y palos secos. Recuerdo algunas personas que ayudaban en estos quehaceres como la señora Sara Baquero, que después tuvo su propio negocio, una mujer campesina bastante gorda llamada Gregoria y otra señora Rita cuyos apellidos olvidé o jamás conocí.
En mis recuerdos gustativos está el sabor de las arepas de laja que amasaba y producía una señora llamada Carmen Julia a quien apodaban La Racha, ella salía a la plaza con un canasto repleto de sus deliciosas arepas y promocionaba con el grito de: Arepaaaas de lajaaa calienteeees, que jamás volví a encontrar con ese sabor y ese gusto especial. Otras arepas de mis recuerdos eran unas llamadas de mantequilla, pequeñitas, se diluían en la boca y solo alcanzaban para dos o tres bocados. Igual me acuerdo de los pandeyucas y los bollos de maíz pelao.
Conservo el nombre autóctono porque es el que tengo grabado en la mente. Si no doy el nombre de las personas que producían estas delicias es porque no los conocí o se me olvidaron. Para el final dejé el piquete chipacuno que en todas partes llaman fritanga… es lo mismo pero en mi pueblo de la infancia le decían y creo que le siguen diciendo piquete. La rivalidad gastronómica en este campo de la comida preparada a punta de marrano era con Cáqueza pero como yo era un niño no probé el de esa población y el de mi pueblo me parecía el mejor del mundo.
Los días de mercado, que en la época eran miércoles y domingo,  en la plaza central, los campesinos mostraban sus productos al consumidor sobre el físico suelo o en mesas artesanales pero, como este no es el tema quiero referirme a las señoras que vendían piquete en la parte inferior de dicha plaza. Mi preferida era la señora Elenita y si la memoria no me falla su apellido era Garibello; mi abuelita me llevaba a escondidas a comer su exquisita fritanga y digo a escondidas porque en mi niñez sufrí de todos los males y tenía prohibida dicha comida. La señora Yolanda Reina vendía piquete los otros días de la semana en la esquina superior de la plaza pero creo que eso ocurrió algunos años más tarde. También me encantaba su sazón y cuando ya maduro bajaba yo a Chipaque nunca dejaba de visitar su caseta.

Para terminar quiero presentar mis excusas a las personas que prepararon tantas cosas deliciosas que ya se me escapan de la memoria y quiero agradecer a todos los chipacunos que me leen y siguen leyendo mis artículos en Facebook en CHIPAQUE MI PATRIA CHICA.


domingo, 24 de septiembre de 2017

EL COLEGIO SAN PIO X



Creado en Sábado, 16 Mayo 2009 14:31
Lo escribí en mayo del 2009… Este artículo es un pequeño homenaje, en sus 55 años,  al colegio donde aprendí a leer, a escribir y a tenerle miedo a Dios y al Diablo.
A Chipaque llegó en 1952 un nuevo párroco a reemplazar al doctor Carvajal (nunca me expliqué porque lo denominaban así). Los liberales descansaron pensando que “escoba nueva barre bien” y porque el cura saliente era un conservador cerrero que odiaba todo lo que oliera a liberal y no lo  disimulaba. En un pueblo de mayoría conservadora esto era muy bien visto y cuantas medidas tomaba monseñor Carvajal (que así también era llamado), eran aplaudidas por los feligreses.
El curita recién desempacado se llamaba Aquilino Peña Martínez (RIP) y, desde su llegada, demostró un marcado interés por la educación de los niños. También dejo entrever un carácter enérgico en cuestiones religiosas y cierto gusto por las manifestaciones artísticas. Por esos años los varones debían estudiar en las escuelas primarias del estado, tanto en la zona urbana como en el campo, pero las niñas y las señoritas de cierto relieve social, tanto del pueblo como de la comarca, estudiaban en el Colegio de la Presentación, regentado por monjas de dicha comunidad. Por supuesto, sólo damitas de cierta categoría social tenían acceso a la educación con las hermanitas.
El padre Peña, en vista de que los varones de algún relieve social o económico carecían de un establecimiento educativo, en buena hora decidió iniciar un colegio parroquial con el nombre del Santo padre de su devoción y fue así como, con cinco niños, comenzó el Liceo Parroquial San Pio X en el año de 1953. Sé el nombre de tres de ellos y creo que aun viven pero lejos del pueblo (lo mismo que la mayoría de los habitantes nativos del terruño de esos años): Oscar Rodríguez Ángel, Nelson Díaz y Miguel García. Los otros dos se me perdieron en los laberintos de la memoria.
En 1954, el Liceo abrió sus puertas a todos los niños cuyos padre tuvieran con que pagar la pensión y costear los uniformes (en las escuelas públicas la educación era gratuita y no se exigía uniforme). Este es el año que se considera para la celebración del 55° Aniversario porque comenzaron a funcionar dos cursos y el cura inició los trámites de la aprobación. Una de las profesoras era la Señorita Bernarda, hermana del sacerdote, y la otra mi tía abuela Ricarcinda Angel. Este año ingresé yo al colegio y recuerdo la mayoría de compañeros (sólo éramos doce en mi salón y diez en el otro).
Cada año aumentaba un curso en el colegio según los niños iban adelantando, así: el primer año kínder y primero; el segundo año se agregó segundo grado y así hasta 1960 que inicia el bachillerato con primero de bachiller. Hasta ahí llegué yo porque mi madre tuvo el privilegio de ganar una beca para uno de sus hijos en un internado y, como yo era el mayor y el menos problemático de los nueve que tenía por esa época, por derecha me desterró seis años en Zipaquirá. Sería dispendioso y fastidioso para la mayoría de lectores rellenarles esta crónica con todos mis condiscípulos, pero si puedo nombrar algunos destacados (por ser mis primos o mis amigos) y los profesores que me enseñaron a ser un buen ejemplo… por el camino de la vida se me olvidó.
Recuerdo al profesor Abelardo Sastre, sobrino del cura (después descubrí en la Normal de Zipaquirá que era egresado de allí); al profesor Jaime Mendieta, excelente matemático que se eternizó en el pueblo y protagonizó algunos de los chismes sabrosos; al profesor Miguel Romero que desempeñaba tres funciones: Secretario de la parroquia, cantor de la iglesia y profesor de música del Pio X. De él recibí las primeras lecciones de solfeo y participé del primer coro de mi vida. Otra función que ejercía, antes de que se me olvide, era la de administrar la música de los domingos y festivos por os altavoces de la iglesia y durante los bazares del colegio. Recuerdo algunas piezas musicales que se me gravaron a fuego en la cabeza: Funiculí, Funiculá, La donna inmovile, Campanero… y cinco o seis cánones a cuatro voces, con participación de las niñas de la Presentación.
En el Liceo Pio X estudiaron mis primos Jorge Z Baquero Ángel y  Carlos Ángel; de los más conocidos aun en el pueblo Deogracias Baquero Mora, Carlos Hernández, Carlos Von Walter, Chávez, Fabio Bonilla, los hermanos Carrillo y yo. Cuando en el pueblo lean esta crónica van a pegar un brinco pero es que no hay cama para tanta gente y estoy refiriéndome a los fundadores. Por supuesto durante los siguientes años llegaron niños de las poblaciones vecinas y de los Llanos Orientales de Colombia que se hospedaban en la casa cural en calidad de internos.
La gran diferencia entre los colegios y las escuelas era que en los primeros no había castigos físicos y se limitaban a imponer planas eternas con frases como “Debo portarme bien en el salón”, “No debo comer en la iglesia”, La pared y la muralla son el papel de la canalla”, “Dios es Santo, Santo, Santo” y una cantidad de fórmulas de buen comportamiento y buen decir que ayudaron a mejorar la letra y a maldecir de pensamiento. Este artículo lo escribo porque algunas personas del pueblo, con las cuales tengo contacto, aun después del tiempo y la distancia, me preguntaron que si yo era de los fundadores y al responder afirmativamente me solicitaron un escrito para aclarar algunas dudas sobre los primeros años de la institución que hoy, por azares del destino, se transformó en Colegio Departamental San Pio X, funciona en un edificio propio (nosotros estudiábamos en salones dentro de la vetusta y agradable casa cural), ofrece toda la educación básica y gradúa bachilleres con todos los requisitos de la ley.

En otros artículos he narrado acerca de la idiosincrasia de los pobladores de Chipaque, cambiando los nombres, claro está, y sin nombrar el pueblo, pero conservando ese picante de los habitantes de las poblaciones de provincia. En caso de alguna duda o por curiosidad (los hijos y nietos de los fundadores del colegio), pueden dirigirse a edgarosiris310@gmail.com. En este correo puedo ampliar la lista de estudiantes y contar anécdotas de esos años lejanos, si creo que no hago daño a los protagonistas, después de tanto tiempo. A muchas personas no les agrada que les desentierren el pasado. En igual forma me reservo el derecho de callar lo relacionado con los compañeros de clase que ya se fueron de este mundo.

sábado, 23 de septiembre de 2017

REMINISCENCIAS DE CHIPAQUE





Inicialmente fue una idea personal; escribir mis recuerdos de infancia de CHIPAQUE, con el paso de los días apareció en mi correo un amigo de esos lejanos años y le propuse escribir el artículo a cuatro manos. De todas maneras el artículo está narrado en primera persona pero dejo constancia de la valiosa ayuda de Fabio Villamil Peña, quien agregó datos importantísimos.  Pero cada uno de los amigos de Chipaque, con el paso de los días, puede aportar sus anécdotas o las que escuche de sus padres o abuelos. Hace dos años, llegó de sorpresa Deisy Villalobos, hija de un compañero del colegio San Pio X, quien ha colaborado con la mayoría de las fotografías que aparecen en los artículos.
Agradezco a todos los chipacunos que suben foros y que yo acomodo en los artículos. Cuando sea necesario pueden escribir su nombre en un comentario y con gusto los tres mencionados haremos la corrección necesaria. Espero que las añoranzas de hace sesenta años o más, sean agradables a los jóvenes modernos del pueblo. Algunas personas nos fuimos hace años, otras se fueron de este mundo pero, esto es como la historia de CHIPAQUITO, como lo nombran con cariño muchos natales del municipio.
son bastantes los recuerdos, de manera que son varios artículos dedicados al recuerdo de mi infancia. si algunos de ustedes pueden aportar anécdotas pueden hacerlo a mi correo edgarmanmil@hotmail.com

Edgar Tarazona Angel



LA PLAZA PRINCIPAL


CHIPAQUE ES UN PUEBLO TRANQUILO Y SU GENTE AMABLE. LA IGLESIA PRESIDE EL

 CENTRO DEL MUNICIPIO. EN ESTE SITIO LOS MIÉRCOLES Y DOMINGOS SE

REALIZABA EL DIA DE MERCADO. HOY EN DÍA HAY UNA PLAZA ESPECIAL EN

OTRO LUGAR, ADECUADA PARA ESTE TIPO DE COMERCIO.

PANORÁMICA DEL PUEBLO


DESDE LO ALTO, DONDE ESTA LA IMAGEN DE LA VIRGEN DE FATIMA SE TOMO ESTA

FOTO HACE MUCHOS AÑOS. TODO HA CAMBIADO PERO LA IGLESIA PERMANECE

COMO CENTRO ESPIRITUAL DE CHIPAQUE.

AMANECER

ESTA FOTO LA SUBIO UN PAISANO Y ME PARECE MUY BELLA PARA EMPEZAR LOS ARTÍCULOS EN ESTE BLOG DEDICADO A MI PATRIA CHICA


LAS PELÍCULAS DE MI INFANCIA

LAS PELÍCULAS DE MI INFANCIA En otro capítulo hablé del señor que manejaba la planta eléctrica del pueblo donde transcurrieron once años de ...